DIEGO DE SAAVEDRA FAJARDO (1584-1648) Y LAS CORRIENTES INTELECTUALES Y LITERARIAS DEL HUMANISMO

Presentación

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PRESENTACIÓN

Contextos y posterioridad de la obra de Diego de Saavedra (1600-1750)

La actual propuesta pretende concretar y ampliar la experiencia y los resultados de Proyectos anteriores, en una reformulación más amplia de algunas de las características de la literatura del siglo XVII, y sumando la experiencia del grupo investigador en algunas de las características esenciales de la obra de Diego de Saavedra Fajardo y de la cultura del siglo XVII y principios del siglo XVIII. De esta forma, el Proyecto propuesto suma tres líneas de investigación paralelas que se refuerzan y se complementan entre sí. Por un lado, estudiar el alcance de autores que están en la base o relacionados con la obra de Diego de Saavedra tales como Philippe de Commynes o Traiano Boccalini a partir de la propa posteridad de Diego de Saavedra y en conjunción con ella. Esos autores han sido estudiados en Proyectos anteriores con resultados muy notables y siguen ejerciendo influencia en autores del siglo XVII y principios del siglo XVIII. 

De forma paralela, estudiar las líneas de influencia de lo que será la posteridad de Diego de Saavedra a lo largo del siglo XVIII, cuando en manos de los novatores y escritores preilustrados, por lo general médicos y científicos, se convierte en el gran escritor y filósofo español del Renacimiento, en especial por su obra República literaria. Finalmente, explorar los ámbitos en los que se desenvuelve la posteridad de Diego de Saavedra, es decir, la relación entre estética literaria y el avance de la revolución científica que se da entre los años 1650 y 1750 a caballo del uso que hacen los novatores e ilustrados de Diego de Saavedra como el principal filósofo español y autor de República literaria.

 


Diego de Saavedra (1584-1648)

 

Diego de Saavedra fue uno de los principales prosistas españoles del siglo XVII y hasta la primera mitad del siglo XIX fue considerado el principal pensador español del Renacimiento, especialmente por su obra República literaria (ca. 1620-1642), aunque también por su otra obra Idea de un príncipe político-cristiano, más conocida como Empresas políticas (1640-164). República literaria fue, desde la edición de don Gregorio Mayans (1730), una de las lecturas predilectas en la formación del escritor ilustrado español de la época y su resonancia puede verse en piezas como Los eruditos a la violeta de Cadalso, las Exequias de la lengua castellana de Forner o La derrota de los pedantes de Leandro Fernández de Moratín. La obra presenta un recorrido por el pensamiento helenístico, que se pone en valor a lo largo del siglo XVII, y realiza un elogio del pensamiento académico, es decir, escéptico, de la antigüedad, lo que la convertía en una obra muy al día en la Europa ilustrada y demostraba la modernidad y la calidad de una tradición hispánica cuyo valor se ponía por entonces en entredicho. De esta forma, junto con el Quijote, que también pasó por las manos de don Gregorio Mayans, República literaria respondía a priori y sin complejos a la pregunta de Mason de Morvilliers (1782): ¿Qué ha aportado España a Europa? De ahí que para ilustrados como Martín Martínez en el prólogo de su Philosophía Scéptica (1735), Diego de Saavedra sea el gran filósofo español del Renacimiento. Para él, como para los principales novatores de finales del siglo XVII, Diego de Saavedra constituye un excelente ejemplo de pensador escéptico dentro de las corrientes en boga desde la primera mitad del siglo XVII.

Juntamente con la República literaria, las Empresas políticas constituyen un ejemplo de extraordinaria prosa culta lacónica que engalana un dilatado discurso de renovación social, económica y política de España, recomendando lo que hoy llamaríamos políticas de saneamiento y crecimiento económico y de racionalización del Gobierno, tanto en la Península como en otras piezas del dilatado imperio Habsburgo, y donde don Diego hace gala de un profundo conocimiento de la Europa de su tiempo y de sus principales inquietudes políticas e intelectuales. La obra está constituida por cien empresas, género literario del siglo XVII basado en un emblema simbólico, un mote significativo y un discurso político. Se trataba, pues, de un libro precioso para los pensadores ilustrados que se enfrentaban al ciclópeo problema de levantar una economía que se había convertido en anacrónica y atrasada como lo era la economía española del siglo XVIII.

Pero si estas dos obras han sido siempre los puntales de la importancia de Diego de Saavedra como pensador y escritor del siglo XVII, a lo largo de su vida desarrolló también una dilatada actividad de poeta, propagandista político e historiador, facetas que parcialmente surgen de su dedicación profesional como diplomático y hombre público de la época. De hecho, después de su formación como jurista en Salamanca, pasó gran parte de su vida en destinos diplomáticos en Italia primero (1610-1630) y en Centroeuropa después (1631-1646), lo que lo convirtió en su momento en uno de los escritores españoles más cosmopolitas y mejor enterados de la dinámica intelectual del Continente y de las novedades del momento.

De esta forma nos ha dejado obras como un pequeño pero representativo corpus poético de piezas de circunstancias escritas entre 1612 y 1642, obras como Locuras de Europa (1645), nacida al fragor de la batalla diplomática en el Congreso de Münster o bien historias como la Corona gótica (1645), una historia política de los reyes godos repleta de interesantes reflexiones de variado tipo. Y citamos sólo tres obras de un importante conjunto de opúsculos políticos de ocasión que escribió al calor de las necesidades de su actividad diplomática y de propagandista político en el trecho final de la Guerra de Treinta Años. Asimismo, varias obras suyas se han perdido y debían ser de subido interés a juzgar por los títulos que nos han llegado en su correspondencia diplomática (Historia de las guerras de Italia de veinte años a esta parte, Tratado de pactos y confederaciones de Francia), que supone también un largo e importantísimo corpus epistolar.

Durante el siglo XIX la lectura de Diego de Saavedra sufre una merma debido a la revalorización de nombres que pasan a convertirse en valores del romanticismo, como Lope de Vega o Pedro Calderón, por no hablar del mismo Cervantes, pero será la Generación de 1898 la que vuelva a su lectura a partir de una consideración múltiple de su obra. Don Diego era, por ejemplo, excelente engarce con las inquietudes regeneracionistas de escritores como Baroja o Azorín y entroncaba de maravilla con su preocupación por la situación social y económica de la España de la Restauración borbónica. A partir de ahí, escritores como Azorín desarrollaron una intensa labor de propaganda e interpretación de la obra de Diego de Saavedra que culmina con las primeras ediciones modernas de sus obras, en especial República literaria y Empresas políticas, ambas editadas en Ediciones La lectura, que pasará a ser después la colección Clásicos Castellanos.